El tigre de papel duerme en la habitación contigua, su ronroneo se disipa entre las paredes vacuas. El jardín de flores bellas, de pétalos con lupas de agua, que se vuelven lágrimas de ausencia corta y rubrican los lapsos de tierra que yace aporroneada; se pregunta si las lunas contadas durarán las hojas y si la víspera del cercano amanecer desatará su alambrada confianza. Que se bifurca y se bifurca en camino de hormiga imaginaria. Recordando puñales con punta de saña. Mientras las rayas yacen, ignorantes que su peso esculpe las redondeces que en su crecía la atormentan; el destino del ganso del cocinero, deshecho en las fauces del desengaño, se lamenta del júbilo ausente, en las bocas deseosas que sigue soñando. MBM Nueva York Invierno del dos mil dieciocho